Las Hilanderas Diego Velázquez
Esas son las horas que un humano adulto necesita para aprender cualquier técnica. 10.000 horas equivalen a 416,6 días o lo que es lo mismo casi 13 meses y medio o más simple aún 1 año y un par de meses.
También atañe al arte este principio (aunque yo soy más bien de la opinión de que el arte no se aprende, lo que se aprende es el oficio de ese arte), es decir: dedique usted 10.000 horas a escribir y ya habrá adquirido el oficio de escritor (o cualquiera otro: ya sea médico o arquitecto o compositor o piloto). Me parece correcta la estimación. He estado unos días con la duda de si yo habría cumplido ya con mis 10.000 horas y cuando he hecho el cálculo y no me ha quedado ni la más mínima duda de que el tiempo había sido cumplido, me he dicho, ¿Y adónde has ido? Tampoco creo que haya sobrepasado en mucho esas 10.000 horas (quede claro que si colocáramos esos casi catorce meses de seguido no cabría en ellos el dormir o el comer, en fin, todas esas cosas, la vida, hombre, la vida, escribe la vida y a otra cosa, me digo ahora, para inyectarme un poco de fluidez). En mi caso llevo 35 años escribiendo que son 420 meses o dicho de otro modo 12.600 días y descendiendo por las medidas del tiempo se convierten en 302.400 horas; 10.000 horas son más o menos un 3% de esas 302.400 y sí considero que he dedicado un 3% de mi vida a la tarea de escribir. Ya puedo decir con las estimaciones científicas en la mano (el aserto de las 10.000 horas me lo comentó César Delgado y luego lo escuché en el programa Redes de Eduard Punset) que he adquirido con los años la técnica de un oficio.
Por cierto: ¡Cómo vuelan las horas!
También atañe al arte este principio (aunque yo soy más bien de la opinión de que el arte no se aprende, lo que se aprende es el oficio de ese arte), es decir: dedique usted 10.000 horas a escribir y ya habrá adquirido el oficio de escritor (o cualquiera otro: ya sea médico o arquitecto o compositor o piloto). Me parece correcta la estimación. He estado unos días con la duda de si yo habría cumplido ya con mis 10.000 horas y cuando he hecho el cálculo y no me ha quedado ni la más mínima duda de que el tiempo había sido cumplido, me he dicho, ¿Y adónde has ido? Tampoco creo que haya sobrepasado en mucho esas 10.000 horas (quede claro que si colocáramos esos casi catorce meses de seguido no cabría en ellos el dormir o el comer, en fin, todas esas cosas, la vida, hombre, la vida, escribe la vida y a otra cosa, me digo ahora, para inyectarme un poco de fluidez). En mi caso llevo 35 años escribiendo que son 420 meses o dicho de otro modo 12.600 días y descendiendo por las medidas del tiempo se convierten en 302.400 horas; 10.000 horas son más o menos un 3% de esas 302.400 y sí considero que he dedicado un 3% de mi vida a la tarea de escribir. Ya puedo decir con las estimaciones científicas en la mano (el aserto de las 10.000 horas me lo comentó César Delgado y luego lo escuché en el programa Redes de Eduard Punset) que he adquirido con los años la técnica de un oficio.
Por cierto: ¡Cómo vuelan las horas!