01.- Sobre la forma del orden. Esta mañana paseaba por el camino llano, el que lleva hasta la carretera que sube al puerto de Canencia. Mientras sorteaba charcos y barro ha surgido en mi pensar la siguiente deducción: si somos memoria, lenguaje y emociones buena cosa será dividir en capítulos con estos títulos las reflexiones que me veo dispuesto a acometer. Eso -he seguido discurriendo- me obligaría a escribir sin libertad y, en este primer momento, cuando se inicia la redacción de un libro, la libertad con bridas del autor ha de ser absoluta (las bridas son metáfora de la experiencia y la libertad se aplica a la imaginación -a la que podríamos metamorfosear en caballo-). Así es que me he dicho: escribe y al final de la reflexión adjudícala a una de las tres categorías colocando entre paréntesis su letra inicial. También habrá reflexiones que pertenezcan por derecho propio a dos, incluso a la tres; entonces -he seguido pensando- coloca las categorías en un orden decreciente que muestre la prevalencia de unas sobre otras Por ejemplo, si reflexiono sobre un tema de la niñez, el orden de los ítems sería (m e).
02.- El arte y la literatura han dejado de ser peligrosos (l).